Crónicas ( LXXXIV )

De las respuestas recibidas el 26 de abril de 2019 por parte de la DGOJ, expuestas en Crónicas LXXX i LXXXI, se derivan algunas reflexiones y conclusiones y, asimismo, nuevas preguntas.

En fecha 22 de mayo de 2019, hemos enviado desde la Sede de Ordenación del Juego, la siguiente comunicación a la DGOJ:

“En su escrito de fecha 26 de abril de 2019 dirigido a nuestra Asociación como respuesta a nuestra comunicación, ustedes exponen:

(…) que por parte de esta Dirección General no se han recibido reclamaciones o denuncias vinculadas de manera específica a la aleatoriedad en relación con jugadas concretas o desarrollo general de torneos de póquer.

En relación a esta afirmación, queremos recordar que el día 22 de enero de 2019, enviamos a la DGOJ una jugada altamente improbable, y desde la misma se zanjó la cuestión expresando que era una jugada tan posible como cualquier otra. Y siendo esto cierto, su afirmación no hace más que poner una barrera insalvable ante cualquier reclamación, pues siempre podrán decir que cualquier jugada es posible, cuando solo analizando secuencias de decenas de miles de jugadas se podría llegar a conclusiones.

Asimismo, ignorar las miles de denuncias y lamentos existentes en Internet referentes a las rocambolescas jugadas que se suceden en las mesas de las diferentes casas de poker, es del todo inadecuado. Desde nuestra Asociación creemos que deberían tomarse como un serio aviso ante lo que puede estar ocurriendo.

Por nuestra parte estamos avisando a la DGOJ y a su entorno más cercano de esta posibilidad desde Setiembre de 2014 de manera oficial y unos meses antes de esta fecha, de un modo oficioso.

En otro párrafo de la respuesta de fecha 26 de abril de 2019, la DGOJ expresa lo siguiente:

La Dirección General de Ordenación del Juego como órgano regulador del juego de competencia estatal tiene entre sus funciones la promoción y realización de estudios y trabajos de investigación en materia de juego, así como sobre su incidencia o impacto en la sociedad (art. 21 párrafo 13 de la Ley 13/2011, de 27 de mayo, de regulación del juego). El ejercicio de esta función ha de estar dirigido a posibilitar un conocimiento cabal del mercado de juego en España que permita, tal y como señala el preámbulo de la Ley, ofrecer seguridad jurídica a operadores y participantes en los diferentes juegos (protegiendo especialmente a menores de edad y a los que han solicitado voluntariamente su no participación), proteger el orden público y prevenir los fenómenos de blanqueo de capitales y financiación del terrorismo.

Es un buen marco de prioridades pero resulta incomprensible que no se preste atención a lo que debería ser un santo y seña de la DGOJ: conseguir una perfecta aleatoriedad en las mesas de poker.

Tal y como han afirmado en sus comunicaciones, jamás se ha realizado por orden de la DGOJ ningún análisis estadístico de ningún torneo de poker jugado con dinero real, ni tampoco de mesas cash en sus diferentes modalidades. Pretender que sean los jugadores de poker los que pongan denuncias en caso de detectar adulteraciones en el juego, es una mala solución que esconde la inoperancia existente en esta materia.

Pues precisamente es la DGOJ la que debería velar para que no se produzca ninguna irregularidad, tanto por cuestiones éticas y morales, como para evitar situaciones embarazosas en el futuro. Hay que recordar que el Estado recauda un porcentaje importante de lo que ganan las casas de poker. Si en algún momento se demostrase que una casa de poker ha infringido el código ético, esto salpicaría de manera grave el prestigio y honestidad del Estado, razón de más para anticiparse a esta maligna posibilidad, realizando periódicos controles en mesas en las que se juega con dinero real, minimizando en lo posible supuestas prácticas irregulares.

Como consecuencia de lo expresado, exponemos dos preguntas a la DGOJ:

¿No creen que sino por obligación legal, al menos por ética y moralidad, deberían cerciorar de una manera exhaustiva que los jugadores de poker no son engañados?

¿No les parece que al margen de las tareas que realizan, todas valiosas en su objetivo, la de controlar la aleatoriedad en profundidad es una obligación moral y justa?

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