Crónicas ( CXXIV )
A 12 de agosto de 2020 hacemos un nuevo intento ante la DGOJ, para que nos contesten a una pregunta esencial:
¿Podría considerarse que un juego es honesto y lícito si quienes lo organizaran buscasen provocar mayores apuestas entre los jugadores -sin que la intención fuese beneficiar a ningún jugador en concreto-, para que de este modo, aumentasen sus ganancias por las comisiones recaudadas?
Desde la DGOJ han evitado en diferentes ocasiones su respuesta. La última vez, con esos argumentos:
“El carácter absolutamente indeterminado de la concreta conducta de los operadores que tiene por finalidad “provocar mayores apuestas entre los jugadores”, respecto de la cual se solicita un pronunciamiento de legalidad, hace imposible la respuesta a su consulta.
Por lo tanto, y a fin de poder proporcionar una respuesta adecuada, sería preciso una descripción detallada de la referida conducta de los operadores.”
De nuevo, desde nuestra Asociación, haremos lo posible para que desde la DGOJ, esta vez sí, nos puedan contestar algo que tenga algún valor.
Este es el contenido de nuestra nueva comunicación con la DGOJ, enviado desde la Sede de Ordenación del Juego:
De su respuesta de fecha 20 de julio de 2020, pasamos a resolver sus dudas:
Cuando hablamos de provocar mayores apuestas entre los jugadores, nos referimos, a la posibilidad de que la casa de poker estuviese interesada en otorgar, con mayor frecuencia de lo que sería estadísticamente aceptable, buenas cartas a dos o más jugadores, para que estos se enzarzasen en una sucesión de apuestas. Por supuesto que podríamos extendernos con muchos más ejemplos, pero creemos que con este será suficiente para que ustedes puedan comprender el alcance de nuestra pregunta.
Resulta evidente que si la casa de poker estuviese en disposición de provocar un mayor número de envites a partir del reparto -tanto de cartas en mano, como de cartas comunitarias- aumentarían sus ingresos por las comisiones recaudadas.
Es por ello, que una vez detallado y ampliado el concepto que ustedes no acababan de entender, repetimos la pregunta cambiando el tiempo verbal de una parte de la misma:
¿Podría considerarse que un juego sería honesto y lícito si quienes lo organizaran buscasen provocar mayores apuestas entre los jugadores -sin que la intención fuese beneficiar a ningún jugador en concreto-, para que de este modo, aumentasen sus ganancias por las comisiones recaudadas?