Crónicas ( CLXXVIII )
En fecha 2 de abril de 2024, hemos recibido un correo de un jugador de póker, quien nos aporta un planteamiento que siempre hemos tenido en cuenta, aunque nunca hemos incidido de manera oficial en el mismo.
Es evidente que con los controles actuales cualquier cosa es posible, máxime si ya había, antes de la Regularización del Juego, comportamientos indeseables por parte de las casas de póker. Es difícil cambiar la naturaleza de las cosas.
Este es el texto en cuestión:
“Sigo vuestra web desde hace un par de años. Me parecen muy interesantes vuestros comentarios, gestiones y resoluciones. No obstante, a pesar de su contundencia quedan todavía lejos de toda la verdad.
Si bien estoy completamente de acuerdo en que las casas de póker promueven botes altos por una simple cuestión de interés económico, he de decir que hay aspectos que son de mayor gravedad a nivel ético.
He llegado a la conclusión de que las casas de póker tienen perfectamente controlados a los jugadores que resisten las malas rachas, el perder casi siempre, en una palabra, los jugadores que son resistentes a las pérdidas, día tras día, mes tras mes, para aprovecharse de ello.
Ya no se trata de que jueguen peor que los otros jugadores, sino que están penalizados por haber demostrado su insistencia en jugar a pesar de las pérdidas. Solo así se pueden explicar la secuencia de absurdos estadísticos que ocurren de continuo. Paso a informar de mi experiencia personal al respecto en el último mes:
De mis últimas cincuenta jugadas en las que mi rango de posibilidades de perder antes del Turn se movían entre el 4 y el 22 por ciento, he perdido en treinta y ocho.
Un jugador que resiste perder de manera sistemática es un auténtico filón para las casas de póker, pues permite el reparto de dinero hacia otros jugadores, lo que estimula que estos sigan jugando.
Nada más, os he hecho llegar mis impresiones y espero que indaguen en esta línea.”