Crónicas ( IX )
De nuestras conversaciones con la Dirección General de Ordenación del Juego hemos llegado a algunas conclusiones. La primera es que dentro de la DGOJ existe una corriente abierta a mejorar cualquier protocolo y a aceptar puntos de vista diferentes a los suyos. Pero, por otro lado, está la línea impuesta por el Director en la que no se quiere mostrar ninguna deficiencia aunque ello suponga esconder la cabeza debajo del ala.
En un correo, el Director de la DGOJ expone que se hacen todos los controles exigidos y que todas las pruebas son confidenciales. Con lo cual, no deja ningún margen de diálogo ni la posibilidad de cuestionar las susodichas pruebas.
Esta actitud es errónea porque pretende esconder el simple poder de la verdad y, tarde o temprano, tendrá que dar explicaciones sobre ello. No negamos que se hayan hecho pruebas, el problema radica en la poca eficiencia de las mismas y en su baja exigencia frente al monumental negocio de las casas de poker.
¿Hay algo más razonable que pedir la publicación de las pruebas efectuadas para que todos sepan de una vez si la exigencia es máxima o es solo de cartón-piedra?
Asimismo, estas pruebas deberían ser periódicas e imprevistas, no es suficiente con pasar un control de tanto en tanto, con auditorías cómodas y previsibles.